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3 mayo 2010 1 03 /05 /mayo /2010 17:45

      Había ocurrido cuando Balduino tenía dieciséis años y recién acababan de promoverlo a bachiller. Y estaba bajo sospecha, aunque él ni lo imaginara, de espiar para los enemigos de la por entonces clandestina Orden del Viento Negro: la seguridad con que había deducido, acertadamente, que el señor Benjamin Ben Jakob, a quien servía, era El Justo de los relatos del Monte Desolación, lo hacía acreedor a dichas sospechas. En realidad Balduino, para sus adentros, había vacilado al exponer su conclusión, y durante años no tendría certeza absoluta de haber dado en el clavo, aunque -tal vez para desorientarlo un poco- le aseguraran que sí; pero no fue ésa la impresión que dio. 

 

      La Orden del Viento Negro dependía por ese entonces del secrfeto y el anonimato para sobrevivir, y Balduino acababa de demostrar, inadvertidamente, que ambas cosas eran en extremo precarias y que hasta un mocoso de dieciséis años podía ponerlas en jaque. Su sagacidad despertaba preocupación y admiración a la vez. Ahora era imprescindible asegurarse de que tal sagacidad estuviera al servicio de la orden, y no contra ella.

 

      Así que, para comenzar, le habían asignado a un criado que en realidad, tendría secretamente la misión de espiarlo: un muchachito de doce años y ojos verdes. Pero tal vez eso no fuera suficiente.

 

      Un día, en uno de los tantos campamentos secretos y temporales de la Orden, Balduino fue llemado a la presencia del señor Ben Jakob.

 

      -La Orden, más que nunca, está en peligro, y su subsistencia depende de que un mensaje llegue a manos correctas-dijo el hombre de facciones semitas y rostro reflexivo-. francamente, preferiría que otro se ocupara de este asunto, pero todos los Caballeros bajo mi mando son necesarios aquí en este momento; tú sigues en el orden de mis preferencias. ¿Que qué dice el mensaje?... Eso no es asunto tuyo, no debes leer su contenido ni hacer preguntas o desviarte de las instrucciones. Ahora bien, yo, en tu lugar, quizás desconfiaría de este encargo. Es prudente hacerlo en casos así. Yo podría estar mintiéndote, y el mensaje tal vez ayude a la ejecución de actos egoístas o ruines. Te digo todo esto porque se te podría ocurrir lo mismo a ti más adelante, de modo que mejor piensa en ello ahora. O confías ciegamente en la Orden, aceptas la misión y te ciñes estrictamente a estas instrucciones, o desconfías y mandamos a otro, sin que tu negativa te acarree consecuencias nefastas.

 

      ¿De verdad en ese momento la Orden corría tanto peligro como quería hacerle creer el señor Ben Jakob?... Luego de más  de cuatro años, Balduino creía que no, pero en aquel entonces ni se le ocurrió que todo el asunto tal vez fuera apenas una impostura para probar su lealtad; que tal vez el mensaje tuviera información falsa destinada a tender una emboscada al enemigo, si Balduino traicionara a la Orden y entregase el mensaje a manos hostiles.

 

      No meditó mucho antes de aceptar. Quizás toda la reflexión del mundo sería inútil para garantizarle que la Orden no estaba involucrada en asuntos sucios; pero si no podía confiar en el señor ben Jakob, no podía confiar en nadie. Era una leyenda viviente y, para Balduino, todo un orgullo el que alguien como él le confiara una misión importante.

 

      -Yo llevaré el mensaje-dijo, y en su semblante adolescente alboreaban ya la petulancia y el desdén hacia el resto de los mortales que lo  acompañarían durante los siguientes cuatro años.

 

       -Me alegra oír eso, porque deberás viajar de noche y a través del bosque por territorios plagados de lobos, y tu experiencia anterior en este tipo de situaciones te será útil-contestó Benjamin Ben Jakob-. Irás a caballo, de otro modo no llegarías a tiempo, pero por eso mismo no debes dejarte ver: llamarías la atención y te harían preguntas.

 

       Balduino empalideció al enterarse de que reviviría la horrible experiencia por la que había pasado tres años antes, pero no se echó atrás por ello, aunque la idea de hacerlo se le cruzó fugazmente por la cabeza. Con sorprendente madurez comprendió que, si quería ser Caballero algún día, tarde o temprano tendría que enfrentar aquel temor y superarlo; y eligió que fuera temprano, porque pretendía ser armado lo antes posible... Pero nada de ello hacía que tuviera menos miedo.

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  • : EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO I
  • : ...LA NOVELA FANTÁSTICA QUE, SI FUERA ANIMAL, SERÍA ORNITORRINCO. SU PRIMERA PARTE, PUBLICADA POR ENTREGAS.
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