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16 septiembre 2010 4 16 /09 /septiembre /2010 17:31

      Haciendo honor a la verdad, los Wurms no sólo no son los únicos malos que aparecen en EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO, sino que, encima, ni siquiera son los peores: otros aparecen después que causan más daños y, para colmo, dichos daños son más perdurables. Sin embargo, sí son los más terroríficos. Inicialmente, según dijimos en el artículo anterior, los dragones eran un símbolo del imperialismo británico y su aplastante supremacía, tal como se puso en evidencia durante la Guerra de las Malvinas; pero posteriormente los Wurms terminaron siendo, en cierto modo, otra cosa mucho peor: la encarnación de los peores flagelos que pueda sufrir la Humanidad. Su mera aparición, en el Preludio, viene precedida por signos que parecen indicar que se avecina el Fin del Mundo.  Yodo indica que no hay manera de hacerles frente de forma verdaderamente eficaz. Los defensores sienten un nudo en la garganta cada vez que ven aparecer las descomunales siluetas de los Jarlewurms en el horizonte. Siempre rezan pàra nunca más verlas aparecer. Siempre vuelven a verlas, con la sensación angustiante y opresiva de estar viviendo la peor de las pesadillas. Y cada una de esas apariciones viene de la mano de horror, muerte y destrucción.

      Y sin embargo, por momentos desde las mismas filas de los Wurms parece llegar una chispa de esperanza. Al fin y al cabo, ahí está Bermudo, pacifista al comienzo de la historia,  aunque luego su posición no parezca muy clara. Y allí está también Nuestro, ese Thröllwurm que, cuando por primera vez en su vida pensó por su propia cabeza y no por la de sus amos, fue para perdonar la vida de una niña. Bermudo había sido proyectado desde la primera versión, pero Nuestro se incorporó en la tercera, y su inclusión en la trama vino después de que escuché por radio el primer movimiento del Concierto para Cello y Orquesta de Edward Elgar, que me pareció bello y melancólico a la vez, y me trajo a la mente la imagen del gran reptil que, sintiéndose moribundo, decidió sin embargo no fundar su supervivencia en la muerte de una inocente. Por cierto, la música fue en todo momento fuente de inspiración para muchos de los momentos más importantes de la trilogía, y eso incluye el que para mí es el momento más dramático del primer volumen, cuando tres Jarlewurms logran forzar su ingreso en Drakenstadt y cunde el pánico cuando parece que ya nada podrá salvar a la ciudad condenada. La descripción de las persistentes pesadillas de Ignacio de Aralusia y las escenas de pánico entre la población al cundir la noticia de que los Jarlewurms derribaron la muralla y están devastando la ciudad, están en deuda con Mitternacht, proyecto musical del argentino y también escritor Federico Buccino, y en particular a su primer CD, en cuyas atmósferas opresivas sentí retratado todo el horror y la desesperanza vividos en esos momentos en los que el desastre parece inminente.

       Por suerte, todo queda en apariencias. En el clímax tiene lugar el combate singular entre el feroz, sanguinario Talorcan el Negro y Maarten Sygfriedson. Nunca en mi vida me alegré tanto por la desgracia de alguien como cuando Talorcan el Negro, tras mucho tambaleo, se desploma sin vida ante la mirada incrédula de todo el mundo, Maarten incluido.Odiaba a ese Jarlwurm con toda mi alma, odio que él se ganó ampliamente mientras avanzaba por la ciudad destruyendo todo a su paso, con la más detestable de las arrogancias. Y tal vez la satisfacción sea también cosa personal. En el corazón de cada uno de nosotros, con frecuencia un Talorcan el Negro avanza aplastando nuestros sueños e ilusiones, nuestras reservas de valor, nuestras energías. Pero a veces, de un rincón de nuestro espíritu cuya existencia nosotros mismos ignorábamos, surge en nosotros un Maarten Sygfriedson que sale a pelear aunque la sola posibilidad de salir vencedor sea ridícula. A veces somos nosotros los que contemplamos incrédulos cómo se desmorona aquello que era nuestro tormento y nuestra pesadilla, sin entender cómo logramos abatirlo. Porque tal vez, en el fondo, a eso vienen los Wurms, tanto los ficticios como sus equivalentes del mundo real, cuando los vemos regresar en el horizonte sin que en apariencia medie una causa lógica. Los Wurms están allí para recordarnos que, aunque no seamos nada, podemos mucho; para que no olvidemos cuán grandes podemos ser en medio de nuestra pequeñez... Y ojalá tengamos esto en mente cuando la tarea de hacerles frente nos toque a nosotros.

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Presentación

  • : EL SEÑOR CABELLOS DE FUEGO I
  • : ...LA NOVELA FANTÁSTICA QUE, SI FUERA ANIMAL, SERÍA ORNITORRINCO. SU PRIMERA PARTE, PUBLICADA POR ENTREGAS.
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