A cada hormiga le llega su Formitox, rezaba cierta publicidad muy difundida en otros tiempos por la televisión Argentina, creo que ya no tanto ahora (y es más, ni sé si sigue existiendo el producto, así de desactualizado estoy); y la frase se hizo célebre en referencia a autores de malandanzas que recibían su justo castigo. Y en el Mar de Nerdel no podía suceder menos con Sundeneschrackt y sus secuaces: un buen día les salieron al cruce unos cuantos tipos dispuestos a ponerlos en su lugar, y liderándolos estaba un hombre enorme en cuanto a talla física y mucho más enorme espiritualmente, un verdadero modelo de integridad y valor: Thorvald Hanson. Los Kveisunger seguramente no captaron en seguida la que se les venía encima, hasta que el asunto empezó a ponérseles fulero de veras. El último año de enfrentamientos navales entre la flota de Sundeneschrackt y la de Thorvald fue particularmente encarnizado, y por último los piratas fueron derrotados del todo en Svartblotbukten. Pero Thorvald ya no era joven y encima había quedado manco durante alguno de esos combates, y no se acercaba al modelo de héroe generalmente aceptado; de manera que la gloria terminó llevándosela un joven físicamente apuesto pero ya menos bello por dentro, Einar Einarson. No sabemos de qué modo lo logró, pero seguramente la adulación y la corrupción tuvieron mucho que ver. Corrupción que también permitió a los piratas sobrevivientes librarse de la horca... Para Thorvald, un hombre decente, debió ser desmoralizador hasta lo inexpresable ver derrumbarse todos aquellos valores en los que creía. Luego de humillarse poniéndose durante un breve tiempo a las órdenes de Einar en Kvissensborg, cambió de ocupación y vivió durante diez años en Freyrstrand con su amigo Karl, haciendo quién sabía qué.
Al cabo de esos diez años, Einar los hizo llamar para ofrecerles un trabajito que sin embargo, y a lo que parece, era ad honorem: cuidar de un grupo de presidiarios que irían a prestar servicios en Vindsborg. Es dudoso que Einar les haya ofrecido, además, una paga. Posiblemente jugó con la moral de ambos, insinuándoles que si aquellos convictos se fugaban, la región estaría bajo una grave amenaza, y que los hombres más indicados para evitarlo eran ellos. Sea como sea, Thorvald y Karl, que habían vivido diez años sin otra preocupación que ganarse el sustento -y alejados por lo tanto de dilemas morales-, aceptaron. Posiblemente extrañaran los líos de otros tiempos o quizás, como ellmismo Thorvald diría a Anders, sentían curiosidad por ver qué se había hecho de sus viejos enemigos. Fue Thorvald, por otra parte, quien decidió quién salía de la cárcel y quién quedaba adentro, salvo Tarian, que quedaría encerrado sí o sí. El mismo Thorvald da la pista de ello, al explicar, también a Anders, que había preferido que saliera incluso un inútil como Adam antes que Kehlensneiter, que temía que resultara incontrolable. Seguramente no había demasiado para elegir, casi todos los prisioneros eran Kveisunger o Landskveisunger, y estos últimos quedaban descartados por sanguinarios. Pero en cualquier caso, no es difícil presumir que el primer hombre señalado a dedo por Thorvald para integrar la dotación de Vindsborg fue su viejo enemigo, Ulvgang Urlson, Sundeneschrackt.
Los años pulen a veces las diferencias más irreconciliables. Ulvgang, de la boca para afuera, decía que Thorvald había sido un tonto por no aceptar el soborno que finalmente fue a parar a manos, entre otros, de Einar; sin embargo, éste no tuvo empacho en traicionar también a Ulvgang, no cumpliendo del todo su parte del trato. Cuando no se tienen amigos verdaderos, ni cómplices confiables, el respeto se lo lleva el adversario leal, en este caso Thorvald. En cuanto a éste, seguramente se había llevado tal chasco con la gente en apariencia honesta diez años atrás, que hasta a Ulvgang prefería. Así que El Terror de los Estrechos aceptó sin problemas ponerse bajo las órdenes de Thorvald, de quien se hizo, casi, amigo; y sus hombres son conscientes de que desafiar la autoridad de Thorvald equivale a retar la del propio Ulvgang, y también le obedecen sin peros de ninguna clase. Lo que no quiere decir que Ulvgang no siguiera considerándolo enemigo y conservara, al menos al principio, cierto lógico recelo hacia Thorvald, quien intuía que él y sus secuaces tramaban algo, aun sin saber exactamente qué.
Luego llegó Balduino, grosero e insolente y para colmo defraudado del sitio al que había ido a parar. Con Thorvald y Karl se mostró insultante, pero los agravios de un mocoso maleducado son nada para un grande, así que se limitó a mirarlo con desdén y a sugerirle que ni se molestara en ir a quejarse a Kvissensborg. Claro: él sabía qué bazofia era Einar, pero Balduino lo ignoraba, así que no le hizo caso y le fue como la mona. Recibió el papá y la mamá de todas las palizas. Pero hay palizas saludables: en lo sucesivo, el pelirrojo mirará mejor a Thorvald y verá más allá de la vejez de éste y de la mano faltante: en los ojos duros y helados del gigante será como si viera su propia conciencia dictándole sus deberes. Muy raro será que se atreva a contrariarlo, por más que técnicamente sea Balduino quien manda. Y es que algunas personas de edad avanzada han asimilado provechosas lecciones de la vida, acumulando una sabiduría que parece empequeñecerlo todo; y Thorvald es una de esas personas. Mirando mucho lo mismo a Balduino que a Anders, consigue aquilatar debidamente a uno y a otro; y en la única ocasión en que ambos se trenzan a puñetazos antes de hacerse amigos, es él quien litiga entre ambos, sin que ellos se atrevan a chistar siquiera, reprendiendo a cada uno por lo que corresponde y excusándolos en la medida en que lo cree justificado. Sabe en qué medida puede exigirle a cada uno, y que Anders en realidad es bastante tarambana y quizás nunca sea tan buen Caballero como Balduino; pero también hasta cierto punto, porque cuando considera que ha llegado la hora de que Anders asuma definitivamente responsabilidades, deja de llamarlo pichón, de alguna manera un indicio de que ya no será tan indulgente con él. Con Balduino, en cambio, es ya muy riguroso casi desde el principio. Cuando lo está haciendo todo correctamente, el pelirrojo, para el, es muchacho; el uso del nombre de pila del susodicho implica ya que algo no anda bien, y cuando ese mismo nombre es, no pronunciado, sino rugido, es que se pudrió todo, y entonces Balduino acude ante él empequeñecido y preparándose para una severa llamada al orden.
Thorvald nunca se casó, un poco porque en su profesión era muy factible que su esposa quedara prontamente convertida en viuda; puede que también, aunque no lo diga, que no haya encontrado a la mujer indicada. La que podría haberse acercado a sus parámetros, Ursula, llegó demasiado tarde a su vida: nada más lógico para un hombre gigante que tener por compañera a una mujer gigante. Ursula misma insiste en que el único hombre de verdad que hay en Vindsborg es Thorvald; los otros le resultan casi unos enanitos chistosos. Por otra parte, no es casual el hecho de que menstrue por primera vez tras masajear por primera vez a Thorvald; da la impresión de que su cuerpo sólo recuerda su sexualidad femenina al contacto con ese único hombre de verdad que hay en Vindsborg. Sin embargo, si bien Thorvald se deja mimar por ella, no la anima a avanzar más allá, ni amaga él mismo realizar ese avance. Conociéndolo, posiblemente considere impropia, indecente o cuando menos ilógica una relación erótica entre dos personas de edades tan dispares, por más que él se conserve bastante bien para su edad y ella no parezca una adolescente.
En la primera versión de El señor Cabellos de Fuego, sin embargo, Thorvald era bastante diferente, más parecido al personaje que finalmente acabó siendo Karl: un tipo muy cuidadoso del protocolo y al que, por esa misma razón, los Kveisunger respetaban sólo a medias. Esto era medianamente coherente si tenemos en cuenta que en aquella primera versión, accidentalmente, aquéllos habían quedado retratados bajo un aspecto casi caricaturesco, muy poco acorde con su condición de reclusos peligrosos; pero cuando volvieron a ser como habían sido concebidos, sonaba absurdo que incluso alguien como Einar los colocase bajo una custodia tan insegura. Fue entonces cuando se agregó la historia previa de Thorvald y Ulvgang: la lucha entre las flotas de uno y de otro, la rendición en Svartblotbukten, la traición de Einar y todos los detalles en torno a estos hechos. Simplemente fueron surgiendo, no fueron incluidos adrede. Y es que para manejar a Sundeneschrackt y su banda se necesita una mano firme. Thorvald tiene una mano así, una sola... Y le basta y le sobra.